Esa no es solo una frase. Es mi historia, mi herida transformada y también la razón por la que decidí hacer de mi vida un puente para otras mujeres que, como yo, han sentido que el dolor las definía.
Durante años he acompañado procesos emocionales profundos, escuchando relatos de mujeres valientes que han atravesado la violencia, la pérdida, la soledad o el miedo. Mujeres que, a pesar del caos, siguen buscando respuestas, siguen luchando por reencontrarse consigo mismas, por recuperar su voz y su dignidad.
Pero también he vivido mis propias batallas. Y desde esa vivencia auténtica, comprendí que muchas veces lo que necesitamos no es una solución rápida, sino una mano que nos recuerde que no estamos solas.Que sanar es un camino, y que en ese camino, el acompañamiento compasivo y consciente lo transforma todo.
Por eso escribí mis libros.Porque sentí la urgencia de poner palabras a lo que tantas hemos sentido y callado. Porque sé que un libro puede convertirse en espejo, en abrazo, en guía.Y por eso también nació el taller Sanar Juntas: para reunirnos en círculo, mirarnos con honestidad, sostenernos desde la sororidad, y sanar no solo desde la mente, sino también desde el cuerpo, la emoción y el alma.
Mi propósito de vida es claro:Acompañar a las personas —especialmente a las mujeres— en su proceso de sanación emocional, resignificación del dolor y recuperación de su poder interior.Creo en la psicología que transforma, en la palabra que alivia, en el espacio seguro que repara. Y creo, con todas mis fuerzas, en el poder de renacer desde las cenizas, más conscientes, más libres y más luminosas.
Si estás aquí, leyendo esto, quiero que sepas algo:No estás sola.Tu historia no termina en el dolor.Este puede ser el inicio de tu renacer.