Ángela Patricia Sánchez Lasprilla es una mujer que ha aprendido a sanar mientras acompañaba a otros a hacerlo. A sus 45 años, su historia no está escrita desde el privilegio ni desde la facilidad, sino desde el dolor profundo, la resistencia silenciosa y la transformación auténtica. Durante mucho tiempo vivió en modo supervivencia: siendo apoyo de todos, mientras se olvidaba de sí misma.
Fue madre a los 16 años en medio de una sociedad que no la comprendió, enfrentando violencia psicológica, señalamiento familiar, discriminación y una profunda depresión sin contención emocional. Desde entonces, aprendió a resolver sola, a resistir, a cuidar y proteger, aun cuando nadie cuidaba de ella. Trabajó, estudió y, sus padres le ayudaron en la crianza de su hija y sobrevivió a relaciones marcadas por la manipulación, la infidelidad y la soledad emocional.
Estudió psicología no solo para ayudar a otros, sino para entenderse a sí misma. Luego de una cirugía bariátrica y un proceso de reconstrucción interna, inició un camino de sanación desde el autocuidado y la conciencia emocional. Su vida profesional se construyó entre el ICBF, la Comisaría de Familia de Cajicá, la Inspección de Policía de Cajicá, la Dirección de Mujer y Género de Cajicá, y actualmente, la Secretaría de Educación de Cajicá, acompañando familias, niñas y mujeres vulnerables mientras ella misma luchaba por reconstruirse.
El dolor que atravesó la convirtió en una mujer fuerte, pero también en una guía sensible. Cada caída la hizo más humana, cada pérdida más empática. Su divorcio fue un punto de quiebre, pero también el momento donde decidió dejar de sobrevivir para comenzar a vivir.
Y justo en su momento más oscuro, apareció una luz. No fue alguien que vino a salvarla, sino alguien que le reflejó lo que ella misma había olvidado: su valor, su ternura, su derecho a sentirse amada y a amar. No desde la carencia, sino desde la plenitud.
Hoy, Ángela no solo habla de resiliencia: la encarna. Por eso creó el podcast Sanar, Renacer y Brillar, sus libros y talleres. Porque sabe lo que es romperse... y también lo que significa volver a nacer. Su historia conmueve, pero sobre todo inspira. Porque es real, porque es humana y porque demuestra que sí es posible transformar el dolor en poder.
Esta es Ángela. Una mujer que decidió escribir su propia historia, para que otras también se atrevan a escribir la suya.
